Desde que Luis XIV ampliase el antiguo pabellón de caza de su padre, Luis XIII, el Palacio de Versalles fue creciendo y embelleciéndose mientras se sucedían los reyes hasta que llegó la Revolución Francesa. Luis- Felipe, que subió al trono en 1830, lo convirtió en un Museo de la Historia Francesa, perdiendo su condición de sede de poder. Lo más impactante de este lugar, aparte de que tenga su propia capilla y ópera, son los techos. Me fascinaron.
Los Jardines son una obra colosal. De hecho, casi son más impresionantes que el propio Palacio. Desde la Ventana Central de la Galería de los Espejos, se despliega la gran perspectiva desde el Parterre de Agua hasta el horizonte. Esta imagen es anterior al rey Luis XIII y fue acondicionada por el jardinero André Le Nôtre que amplió la Avenida Real y excavó el Gran Canal. Como os imaginareis, el trabajo que hubo que realizar fue inmenso y duró unos 40 años.
El Gran Trianón fue construido por orden de Luis XIV para huir de la corte y vivir su amor con Madame de Montespan. De mármol rosa y porfirio, tiene gran encanto porque desprende dulzura, intimidad y grandeza.
Por último, el Pequeño Trianón y el Dominio de María Antonieta revelan la intimidad y la vida de la última Reina de Francia antes de la Revolución. Era su refugio para huir de la corte y de la etiqueta, reflejando una vida tranquila y campestre. Nadie podía acceder a este espacio sin estar invitado.
Para los menores de 25 años que sean ciudadanos de la Unión Europea, el acceso es gratuito así que aprovechad ;) Además, ahora mismo hay una exposición temporal en los Jardines con obras de Anish Kapoor.
Para llegar al Palacio, lo más cómodo es coger el RER C hasta la parada Versalles Rive Gauche.
¡Mañana continúo con el anteúltimo día en París!
L.
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